Mujeres de Jabón (2009) de Daniela Campos

Que me hiciste que te habré hecho.

Por María de los Ángeles Sanz y Azucena Ester Joffe

La literatura y la dramaturgia nacional siempre han establecido una relación obscena entre el amor, el sexo y el dinero. La puesta de Daniela Campos como en una puesta en abismo atraviesa una temática recurrente con la variable de género, y entonces el fetiche, la cosificación del sujeto ya no pasa por la figura femenina sino por el hombre, León “el gato” - taxi boy; donde las cuatro mujeres van a depositar todas sus carencias.

El espacio, una casa de departamentos, donde conviven tres parejas y una profesional, soltera, desesperanzada e ingenua en la apreciación de la mirada del otro sobre sí misma, y de ella sobre los demás. Las parejas que van develando su intimidad a través de situaciones cotidianas, nos muestran los estereotipos de la mujer víctima, sometida a la ley del hombre dominador, a partir de la violencia psicológica; la insatisfecha, inmadura amada como una niña por un hombre joven pero protector que también termina asfixiándola con su amor paternal; y la mujer madre, protectora que cuida y vela por un hombre que se siente fracasado y descarga su dolor física y psicológicamente sobre ella. La puesta trabaja con el sonido y la iluminación y entonces las elipsis de escena a escena son producidas por la carencia de luz y el característico ruido del ascensor que sube y baja según las circunstancias, anunciando su destino por una voz en off. El espacio lúdico reducido y el espacio teatral perfectamente utilizado, como la pared de fondo con los ladrillos de vidrio que otorgan una claridad sugerente y ofrece el clima propicio para cada cambio de “piso”. La propuesta estética de Mujeres de jabón tiene como hilo conductor no sólo el ascensor, sino también el teléfono, una llamada oportuna que une a las cuatro mujeres en un recorrido por distintas situaciones, desde el deseo a la violencia, desde la sumisión a la posesión. Las situaciones simples algunas cargadas de humor, tienen su centro en la relación entre Carla (Claudia Mazer) y León (Hernán Bergstein), que de una cita como tantas se convierte en un thriller, donde el seguro y dueño de la situación taxi boy es victimizado por su “inocente” presunta cliente, que le dispara, lo reduce, lo ata y termina convierténdolo a la fuerza, en objeto sexual de las cuatro amigas. Interesante en la puesta es que no sólo es sexo lo que ellas necesitan sino ser escuchadas, cuidadas, dignificadas en su condición de mujer, es decir, del otro necesario para la construcción de la vida. Los personajes están bien delimitados en sus especificidades pero las actuaciones no siempre logran darle al texto la carnadura necesaria, algunas actuaciones aparecen forzadas. El realismo, hoy como género se presenta no como un relato con prehistoria y la formulación de una tesis hacia un futuro posible sino como el fragmento de un presente continum donde las acciones y sus actores son fácilmente reconocibles, sin final feliz ni moraleja, planteo cargado de matices que nos llevan a la identificación y a multiplicidad de sensaciones pero que no proponen, una única salida. Y se atreve con personajes marginales a quienes incorpora a la cotidianidad sin estigmatizarlos. Daniela Campos en su función de dramaturgista, ha llevado a cabo varios trabajos sobre docencia desde la poética realista como la experiencia que realizó en Cuba. Quizás lo que la autora se propone –obviamente que no se puede negar en la obra el punto de vista femenino- no sea tanto desde el lugar común de un problema de género, sino desde una búsqueda del respeto y del amor hacia el otro con toda su humanidad, pero también con la nuestra. 

Ficha técnica: Mujeres de jabón autora y directora: Daniela Campos: Elenco: Sofía Yattah, Nicolás Albamonte, Sheila Lemesoff, Marcelo Vacas, Claudia Mazer, Hernán Bergstein, Daniela Campos, Martín Crespo. Asistente de dirección: Alejandro Daneluz. Diseño de iluminación: Gonzalo Calcagno. Vestuario: Noelia Langle.