sábado, 14 de agosto de 2010

El Paraíso, de Alfredo Martín Inspirada en La Virginidad de Wiltod Gombrowicz

Cuando Eva quiere ser Lilith o la realidad amenaza el Paraíso

Azucena Ester Joffe, María de los Ángeles Sanz


El escritor polaco Wiltod Gombrowicz vivió en la Argentina más de veinte años porque la fuerza del azar lo quiso así; viaja a nuestro país ya que recibe en 1939 una invitación a realizar la primera travesía de un nuevo Trasatlántico, que será como la metáfora de un viaje iniciático para su vida. La historia atravesará su destino como el de tantas otras personas, y la Segunda Guerra mundial primero y un régimen con cuya ideología (1) no comulgaba harán que no retorne a Europa hasta 1963 y que su reconocimiento como gran escritor no le llegué en su país hasta fines de la década del cincuenta. En ese tiempo escribe entre otras piezas literarias, “Diario Argentino” (2) donde con humor e ironía, y un profundo amor como afirmará su amigo Ernesto Sábato, describirá al igual que Roberto Arlt lo había hecho en sus Aguafuertes, la fauna y flora de nuestra sociedad. Definido como un escritor difícil, casi desconocido por el campo intelectual argentino, produce textualidades teatrales que van a ser llevadas al escenario por figuras como Jorge Lavelli. Considerado un Ionesco “avant la lettre” no tuvo hasta después de su muerte el aplauso merecido. El texto de Alfredo Martín (3) respeta el espíritu del autor polaco, ya que construye un mundo verosímil dentro de sí mismo, donde el adentro y el afuera marcan la diferencia. El actor, dramaturgo y director de teatro tiene una larga trayectoria con textualidades alejadas del realismo referencial, trabaja habitualmente con obras teatrales propias o ajenas que construyen mundos otros, aunque nos hablen con la familiaridad de lo conocido. Con los procedimientos del absurdo de amenaza y “lo siniestro” freudiano, con un humor que cambia de climas y tonalidades a medida que nos acercamos al desenlace, expone en el escenario el otro significado de las palabras, la doble densidad de los silencios. El texto dramático procede del cuento La Virginidad, de Grombrowicz; concepto atravesado por su connotación sexual, ser virgen como valor de cambio en una sociedad donde todo es mercancía, y por el concepto de saber, virgen sin mácula, ignorante de todas las lacras humanas que existen fuera de los muros de la casa. El jardín, metáfora del Jardín del Edén es el espacio donde los límites se cruzan, y donde la virginidad, ambas la del sexo y la de lo desconocido, se pierden y alteran la naturaleza de las cosas para siempre. Las muy buenas actuaciones permiten al espectador realizar el pacto de lectura necesario, para seguir la intriga, aceptando el verosímil del género, es decir, las situaciones absurdamente cotidianas de una familia de clase media alta, y sus relaciones de poder. Sin olvidar al perro Bibi (Rubén Di Bello), el joven actor resuelve sin dificultad a través de la gestualidad corporal la construcción de su personaje; Bibi es el observador que sin contar con el poder de la palabra y solo a través de su instinto intenta defender su Edén, como también de recuperar su hueso a medio roer. El humor, la parodia, el equívoco verbal, la ambigüedad de lo dicho, lo siniestro, el juego de opuestos, (afuera y adentro, alto y bajo, hombre y mujer, inocencia y perversión, vida y muerte) los silencios significativos; todo apunta a concretar ese mundo absurdo pero real para los personajes, que se ve amenazado, por una verdad que no desconocen pero niegan hasta el límite de lo imposible. El espacio escénico naturalista está organizado desde esa tensión, reflejada especialmente entre lo público y lo privado, donde los ambientes –el dormitorio de la joven, el comedor, el jardín- son claustrofóbicos y organizan el sentido; el espacio es el medio, es el lugar, es el paraíso que encierra a estos personajes. El muro que separa lo idílico de lo concreto y oscuro, es también una clara metáfora de nuestra realidad cotidiana, y de toda una generación que construye diques de contención para no ver, no sentir y no hacerse cargo del afuera, del que somos también con nuestro hacer y no hacer, claros responsables. La basura que llega a nuestros paraísos artificiales nos desestabiliza, nos produce miedo y el miedo es el hermano dilecto de la violencia. 


Ficha técnica: El Paraíso de Alfredo Martín. Elenco: Marcelo Bucossi, Rubén Di Bello, Julia Funari, Pedro Jerez, Fernando Lozano, María José Pérez Colman. Vestuario: Ana Revello. Dirección: Alfredo Martín. Asistente de dirección: Paula Ettedgui. Colaboración artística: Marcelo Bucossi. Prensa: Simkin y Franco. Andamio 90.

1 El escritor afirmaba: “No es tal o cual ideología lo que me interesa, sino la relación el hombre con toda ideología, puesto que, en el fondo, es siempre el problema de la forma humana que se plantea ante mí, hoy como en los comienzos de mi labor literaria” Sin embargo, tuvo problemas con el gobierno Comunista de Polonia, por lo cual no regresará a su país y morirá en París en 1969.
2 Afirma Sábato: “Él me dijo en más de una ocasión y sobre todo en Vence cuando pensó que no nos volveríamos a ver más, que la gran obra que podría haber escrito algún día tenía que ser la transposición poética de la experiencia de su vida en la Argentina durante veintitantos años, que, según me relato, fue la experiencia más dura, más áspera, y más poética de su existencia.” (Grombrowicz en el recuerdo de Ernesto Sábato (impresiones recogidas ante un grabador) para la edición de Talía de Ivonne, princesa de Borgoña, 1972.
3 Alfredo Martín como docente dictó un seminario de actores sobre procedimientos de lenguaje en la obra de Harold Pinter, y del mismo autor, dirigió El Montaplatos (1999) y Un leve dolor (2005).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts with Thumbnails