sábado, 14 de agosto de 2010

La última cena (2009) de Dan Rosen


Lo breve si bueno, dos veces bueno


Por Ana Laura Friedlmeier, Azucena Ester Joffe y María de los Ángeles Sanz 

La obra plantea la cuestión ética acerca de qué posición tomar frente a los discursos discriminatorios que encarnan ciertos sectores de la sociedad que estigmatizan la pobreza y a determinadas minorías (por su religión, orientación sexual, entre otros condicionantes). Los personajes de la obra optan por una posición extrema y, al mismo tiempo, ingenua al creer que eliminando a las personas que portan dichos discursos pueden erradicarse los discursos mismos, como lo demuestra el trágico desenlace: la obra nos alerta demostrando que de no plantearnos críticamente el hecho de que esos discursos se construyen mediáticamente (nos referimos al papel de los medios de comunicación como formadores de opinión) en el marco de un entramado socio-económico y cultural, terminan siendo víctimas de ellos. El director (Sebastián Blanco Leis) traslada esta propuesta sin omitir un detalle, pero, a veces el texto sobrepasa las acciones de los actores, y su desmesura convierte a la puesta en escena en pura discursividad. A pesar de las secuencias de violencia explícita que La última cena ofrece al espectador, el desarrollo de la intriga se cristaliza en la repetición de un rito que oscila entre la justicia, la venganza y el miedo. La historia, adaptación del guión que Dan Rosen escribió para la película del mismo nombre, que a su vez dirigió, se extiende en el tiempo de la enunciación, decayendo su intensidad hacia el final, porque las secuencias se reiteran y aclaran un concepto transparente desde un principio. Las actuaciones que presentan algunos desniveles y problemas de dicción en algunos de los actores, no alcanzan la madurez necesaria para internalizar un texto que presenta un irresoluble problema ético, de lábil solución. Si como se afirma, en la guerra contra los caníbales, lo único no permitido es comerse al enemigo; la violencia irracional no se disuelve con violencia por más racional que parezca la argumentación que la sustenta. La mirada final de la puesta, profundiza aún más, y se desliza hacia un interrogante peligroso: ¿Cómo se debe actuar en defensa de la vida y de los ideales, si flexibilizar nuestra posición significa la derrota y la muerte? Dan Rosen escribe este guión en 1996, como respuesta a una sociedad estadounidense donde numerosos grupos neo-nazis captaban la voluntad de jóvenes de secundario para perseguir a las llamadas minorías: negros, judíos y gays; y que desatara una cantidad de hechos de violencia  a escuelas, donde se produjeron la muerte de muchos inocentes, con el posterior suicidio de los protagonistas del atentado. Mal que nos pese esa realidad nos incluye; y también nos incluye el interrogante de cómo neutralizar la violencia en una sociedad que cada vez se asemeja más a la ley de la selva; aquella de todos contra todos. Rosen no resuelve el enigma, es más, nos deja a todos el sabor amargo de la historia como círculo vicioso, y a la humanidad sin salida ante un conflicto ancestral, ver al otro como el enemigo, ver lo diferente como peligroso, como lo que debe ser excluido, exterminado. Podríamos pensar esta obra dentro de una estética “ur-fascista”. Expresión que utiliza Umberto Eco en Cinco escritos morales. El autor sostiene que a pesar de ser “fascismo” un término confuso se adapta a distintas formas de despotismo o fanatismo actuales. Hay dos características que menciona Eco que están muy presentes en La última cena: la primera, “el irracionalismo depende también del culto de la acción por la acción”, o sea cualquier tipo de coerción debe efectuarse sin reflexión, y, la segunda, “el elitismo es un aspecto típico de toda ideología reaccionaria”, esto implica el desprecio por lo diferente, por los débiles. Nuestro compromiso es desenmascararlo y estar atentos a todas las nuevas formas fascistas que surgen en la actualidad: “Libertad y liberación son tareas que no acaban nunca.” (1997:33-59). Por último, la propuesta estética de La última cena del Grupo Kairos, en El KafKa, resulta interesante y dinámica pero pensamos que adolece de una duración un poco extensa y son demasiados los elementos verbales “fuertes” sobre temas que están a “flor de piel”. Como espectadores aplaudimos el planteo artístico del texto dramático pero en el texto espectacular impera la saturación que conlleva a una experiencia espectatorial agobiante. Una apuesta fuerte, para que cada cual saque sus propias conclusiones. Cómo sostiene su director “¿Dónde radica el germen de la intolerancia?”
Ficha Técnica: La última cena de Dan Rosen. Dirección y Puesta en escena: Sebastián Blanco Leis. Elenco: Eduardo Véliz, Fabricio Mercado, Mariana Esnoz, Pablo Tur, Estefanía Camacci, Jerónimo Feixas, Jorge Booth, Alfredo Sánchez, Alejandro Velasco, Marisa Napitello, Majo Carnero.

Bibliografía
Eco Umberto, 1997. “El fascismo eterno” en Cinco escritos morales. Barcelona: Editorial Lumen. (33/59)

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