sábado, 14 de agosto de 2010

La multiplicación de la nada (1), de Fernando Schor y Carolina Bustamante

Espacio Entretelones teatro
La felicidad es un sueño plástico

María de los Ángeles Sanz

El ingreso a la sala ya proporciona el primer indicio de que estamos ante un espectáculo teatral, un actor fingiendo ser un espectador con apariencia de modelo de revista o televisión interactúa con el público real; luego dentro del espacio escenográfico, las sillas ofrecen revistas donde se encuentran más allá de la publicidad de objetos de lujo, los dictados de moda donde se le impone al ser humano la impronta de formarse externa e internamente a imagen y semejanza de los modelos propuestos. El espacio escénico, a modo de una pasarela, muestra en un blanco prístino, objetos que aparecen y desaparecen de la vista del espectador según la funcionalidad del acontecimiento escénico: dos bancos y una mesa que simulan una confitería, un espejo, un inodoro, una ventana oculta, ojo de buey de un supuesto crucero de placer. La música, los diálogos fragmentados, la apariencia física que se busca para lograr ser aquello que las revistas y el glamour imponen están expuestos desde todos los sentidos en el desdoblamiento de dos personajes: hombre y mujer comunes, que intentan comunicarse, y ser como los modelos perfectos que la sociedad del vacío promete, sin lograrlo. La felicidad está garantizada en una burbuja de fantasía, ignorando lo real y construyendo paraísos artificiales que se logran a través del consumo, y la búsqueda del cuerpo perfecto. La propuesta de mostrar esta parte de la sociedad que nos constituye es abordada por el grupo desde el género de la performance (2); género que comienza a experimentarse en el sistema teatral de Buenos Aires, en los años de la neovanguardia de los sesenta y en un espacio ya mítico como el Di Tella. Combatido en aquel entonces por unos y por otros, por un lado por el orden moral de la dictadura de Juan Carlos Onganía, y por el otro, por aquellos teatristas que veían en la búsqueda formal una evasión al compromiso social; la perfomance vuelve con su impronta hacia el espectador luego de la última dictadura militar. Como género exige del espectador una presencia activa ante el suceso teatral, ya que nada en él es previsible y juega con todos los sentidos, desestabilizando la sucesión lineal de los acontecimientos (3) De esta manera, en un instante las luces se apagan y oscilan entre lo real y lo imaginado, o a través de las luces los actores atraviesan el espacio y se vinculan con balbuceos con el público. La reacción de este último, sorprendido al no encontrarse ante un espectáculo teatral tradicional, es funcional a la propuesta ya que su propio desconcierto hace que la performance adquiera nuevos significados. La multiplicación de la nada es una buena síntesis actoral de una manera de ver el mundo desde la banalidad de lo real que cierta parte de la sociedad universal despliega desde que los grandes relatos dejaron de afirmarnos en sus certezas; de ese vacío de conceptos sólo quedan imágenes huecas, significantes sin sentido.

Ficha Técnica: La multiplicación de la nada de Carolina Bustamante, Dolores Guzmán, Juan Santiago Privitera, Fernando Schor Actuan: Matias Gomez, Dolores Guzmán, SabrinaManzano Lopez, Juan Santiago Privitera, Fernando Schor Vestuario: Carolina Bustamante, Sabrina Klauser Escenografía: Lucia Castellani, Aldana Morandini Maquillaje: Carolina Bustamante, Sabrina Klauser Música original: Atilio Bertorello Fotografía: Sabrina Klauser Diseño gráfico: Sabrina Klauser Asistencia de dirección: Sabrina Klauser Dirección: Carolina Bustamante, Fernando Schor.

Bibliografía:
Lipovetsky, 1986. La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo. Buenos Aires: Anagrama.
Toro, Damián, 2009. El arte de Performance. Una aproximación entre arte y psicoanálisis. Buenos Aires: Grama ediciones.

Notas:
(1) Como afirma Lipovetsky en La era del vacío: “Eso es la sociedad posmoderna; no el más allá del consumo, sino su apoteosis, su extensión hacia la esfera privada, hasta la imagen y el devenir del ego llamado a conocer el destino de la obsolescencia acelerada, de la movilidad, de la desestabilización. Consumo de la propia existencia a través de la proliferación de la mass media, del ocio, de las técnicas relacionales, el proceso de personalización genera el vacío en tecnicolor, la imprecisión existencial en y por la abundancia de modelos, por más que estén amenizados a base de convivencialidad, de ecologismo, de psicologismo”. (1986, 10)
(2) La performance es un “(…) arte de frontera que rompe convenciones, convencionalismos, tradicionalismos, criterios taxonomizantes, crítica, comentario criticoide, formas estéticas. Circula como un movimiento de quiebre de rompimiento al mismo tiempo de aglutinación entre las diversas formas expresivas”. (Toro, 2009,39)
(3) “El arte de perfomance se apropia de una u otra manera del concepto de catarsis empleado por Aristóteles. Sin embargo lo actualiza dándole otro contenido., otra significación. Se trata en el caso del perfomance de la catarsis como un efecto en tiempo indeterminado que se debe al control de una línea discursiva contínua, que es un efecto emocional ambiguo cuyo resultados van a manifestarse y expresarse tanto en el performer (o los performers) como en el o en los espectadores”. ( Toro, 2009,44)

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