Mi vida por un juego
por María de los Ángeles Sanz y Azucena Ester Joffe
Enrique Santos Discépolo en la década del ’50 protagonizó una de las cinco películas que realizó donde demostraba sus grandes cualidades histriónicas, El hincha (1951) (1) con guión propio ydirigida por Manuel Romero. Con su fina sensibilidad para los caracteres populares, el autor y director puso allí su vena actoral para desarrollar un personaje que era la suma y conjunción de todas las esperanzas y desalientos de una clase social argentina que por primera vez gozaba de visibilidad junto a un gobierno que sentía que lo representaba.

Hay un permanente pendular de la imagen corporal social que articula la unidad y la fragmentación construyendo una corporeidad que resalta los pedazos atomizados del devenir cotidiano o amalgama una imagen de unidad que convoca a “todos” construyendo un gran cuerpo solidario que sana las grietas … (2001: 186)
El espectáculo deportivo envuelve a “todos” bajo los colores que “son un sentimiento”. El climax futbolero que alcanza la obra se debe tanto a la intensidad del texto dramático como al perfecto soporte del mismo: la corporalidad puesta en escena. Una corporalidad atravesada por distintos niveles –social-cultural-histórico-religioso…, pero desde un punto de vista marginal, desde un “no lugar”. Porque “cuando la suerte qu’ es grela, fayando y fayando, te largue parao” sólo queda pedirle a Diosito un gol para el equipo. Esta suerte de exclusión social se transmite a través de esa corporalidad, donde el equipo de Fuera de Juego “traspira la camiseta”, y nos lleva en espiral descendente como por los distintos círculos dantescos. Viaje que culmina en

Ficha Técnica: Fuera de juego, de Miguel Franchovich. Dirección y Puesta en escena: Gustavo Reverdito. Actuación: Marcelo Saltal. Escenografía y Vestuario: Gracia Duca. Diseño de Luces: Guillermina Zanzottera. Música Original: Javier Castaneda. Prensa: Laura Arango. Teatro I F T
Bibliografía
Matoso Elina, 2001. El cuerpo, territorio de la imagen. Buenos Aires: Letras Vivas
(1) Como actor Enrique Santos Discépolo participó en un corto Yira Yira junto a Carlos Gardel dirigida por Eduardo Morera en 1930. Luego Daniel Tynare lo dirigió en una adaptación de Mateo (1937) grotesco de su hermano Armando Discépolo. En ese mismo año también intervino en Melodías Porteñas; y en 1949 con libro propio fue dirigido en Yo no elegí mi vida. Su última intervención en cine fue en El hincha ya que Enrique Santos Discépolo fallecería un año después en diciembre de 1952.
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