sábado, 14 de agosto de 2010

Fuera de Juego (2009) de Miguel Fanchovich

Mi vida por un juego
 
por María de los Ángeles Sanz y Azucena Ester Joffe

Enrique Santos Discépolo en la década del ’50 protagonizó una de las cinco películas que realizó donde demostraba sus grandes cualidades histriónicas, El hincha (1951) (1) con guión propio ydirigida por Manuel Romero. Con su fina sensibilidad para los caracteres populares, el autor y director puso allí su vena actoral para desarrollar un personaje que era la suma y conjunción de todas las esperanzas y desalientos de una clase social argentina que por primera vez gozaba de visibilidad junto a un gobierno que sentía que lo representaba. 

1Medio siglo después y bajo la angelada mirada de aquél Santos autor de tangos, y de su Yira Yira, Gustavo Reverdito director de Fuera de Juego, dobla la apuesta de la mano de otro actor Marcelo Saltal que sabe darle a su personaje el registro justo para hacer sentir al espectador desde el lenguaje de la cancha una realidad que va más allá de un partido de fútbol. La pasión que ese deporte despierta en la sociedad argentina no necesita el menor análisis, todos hemos sufrido de alguna manera ese dolor y ese fanatismo sino por un cuadro específico por los colores de la azul y blanca; pero lo que Miguel Fancovich expresa a través de su pieza no es sólo la esperanza, pasión y muerte de un hincha por su club, sino la simbiosis de dolor que el hincha realiza entre el destino de la pelota en el arco y su propia vida. El país todo y sus desencuentros, sus violencias, sus desengaños, sus frustraciones y sus fracasos son los que dejan sin aliento al público durante 60 minutos que dura la obra. Las palabras son tan elocuentes, que es un acierto el minimalismo de los recursos escenográficos, y también el uso del espacio recorrido por esa red que separa al que ve de afuera los acontecimientos, al que sufre la derrota sin ser escuchado y sin poder accionar. Por otro lado, un partido de fútbol es en sí una puesta en escena, un espectáculo, porque hay funciones separadas y espacios separados; pero pocas veces se repara en “un pobre hincha de un pobre equipo mirará el partido sin verlo” –como dice el programa de mano. Este cuerpo social es paradojal, siguiendo a Elina Matoso:

            Hay un permanente pendular de la imagen corporal social que articula la    unidad y la fragmentación construyendo una corporeidad que resalta los           pedazos atomizados del devenir cotidiano o amalgama una imagen de           unidad que convoca a “todos” construyendo un gran cuerpo solidario que sana       las grietas … (2001: 186)

El espectáculo deportivo envuelve a “todos” bajo los colores que “son un sentimiento”. El climax futbolero que alcanza la obra se debe tanto a la intensidad del texto dramático como al perfecto soporte del mismo: la corporalidad puesta en escena. Una corporalidad atravesada por distintos niveles –social-cultural-histórico-religioso…, pero desde un punto de vista marginal, desde un “no lugar”. Porque “cuando la suerte qu’ es grela, fayando y fayando, te largue parao” sólo queda pedirle a Diosito un gol para el equipo. Esta suerte de exclusión social se transmite a través de esa corporalidad, donde el equipo de Fuera de Juego “traspira la camiseta”, y nos lleva en espiral descendente como por los distintos círculos dantescos. Viaje que culmina en 2ese punto ciego de nuestra sociedad: con la muerte del hincha y el tango Yira Yira. El público queda inmerso en un silencio que dice más que el aplauso. Porque para quién está fuera del sistema solo le queda “ladrar”. Luego de ver la puesta, se siente la situación real de una sociedad que se está Fuera de Juego, de todo juego, donde la decisión la toman otros, decisiones en las que siempre resultamos socios en la pérdida. 


Ficha Técnica: Fuera de juego, de Miguel Franchovich. Dirección y Puesta en escena: Gustavo Reverdito. Actuación: Marcelo Saltal. Escenografía y Vestuario: Gracia Duca. Diseño de Luces: Guillermina Zanzottera. Música Original: Javier Castaneda. Prensa: Laura Arango. Teatro I F T

Bibliografía
Matoso Elina, 2001. El cuerpo, territorio de la imagen. Buenos Aires: Letras Vivas

(1) Como actor Enrique Santos Discépolo participó en un corto Yira Yira junto a Carlos Gardel dirigida por Eduardo Morera en 1930. Luego Daniel Tynare lo dirigió en una adaptación de Mateo (1937) grotesco de su hermano Armando Discépolo. En ese mismo año también intervino en Melodías Porteñas; y en 1949 con libro propio fue dirigido en Yo no elegí mi vida. Su última intervención en cine fue en El hincha ya que Enrique Santos Discépolo fallecería un año después en diciembre de 1952. 

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