sábado, 14 de agosto de 2010

Creo en Elvis, de Mariano Rochman

Un melodrama de ciencia ficción musical

Azucena Ester Joffe y María de los Ángeles Sanz


Elvis Presley es un de los grandes mitos de nuestro tiempo e incluso en vida “era un mito camino a convertirse en leyenda” y su muerte prematura, en un momento importante de su trayectoria, contribuyó a robustecer “el hálito carismático” de su figura (Bauzá, 1998: 166). En el hecho espectáculos diferentes niveles se yuxtaponen, a partir de los misterios que envuelve su muerte, como la afirmación de testigos que afirmaron haberlo visto en distintos lugares. Es interesante como confluyen el relato histórico-mítico y el relato de ciencia ficción. La propuesta de Mariano Rochman bajo la dirección de Luciano Cáceres, es producir desde un imaginario que recuerda a las propuestas bizarras de Rafael Spregelburd, una textualidad dramática trabajada desde el sincretismo de poéticas diferentes: el discurso histórico, la muerte de Elvis Presley; el discurso de la ciencia, cada vez más ciencia y menos ficción, de la posibilidad de la clonación humana para propósitos a veces inconfesables; el comic, presente en la gestualidad y la expresividad corporal de los personajes, como también en la figura de la malvada representante de una corporación que teje y desteje los hilos de la intriga y su fiel ayudante; y la construcción de un relato que se mueve entre el cine de espionaje y el policial. Dios es reemplazado por la empresa, en un mundo donde la ética es reemplazada por las variables de mercado, y en esa realidad como en la cotidiana los seres humanos somos números en un libreto del que sólo conocemos apenas unas líneas. El espectador atraviesa el espacio escénico cuando debe cruzar el escenario para acceder a la platea, es decir, debe pasar por el disco que sirve de plataforma para el cantante, antes de sentarse en su silla. Los personajes, un Elvis multiplicado por cuatro, en sus variables temporales, uno delgado como en su comienzos, otro vestido con el traje de su servicio militar durante la guerra de Corea, un tercero anterior a la imagen decadente del cuarto Elvis, el de los últimos tramos de su vida, consumido por la comida, la droga y la bebida, incapaz de entender la realidad. Paradójicamente numerados al revés, ya que el debería llevar el número uno lleva el tres, el Elvis rebelde el que como en el mundo real se opone al mundo establecido, y se rebela para obtener su libertad y romper con el protocolo / contrato leonino con la empresa discográfica. La inmediatez con el espacio ficcional y el recuerdo del Rey del Rock and Roll crean la atmósfera necesaria y con cierta nostalgia para el homenaje al “héroe” que ha desafiado los límites de la vida y de la muerte misma.


Ficha técnica: Creo en Elvis. Elenco: Hernán Jiménez, Horacio Nin Uria, Joaquín Berthold, Daniel Campomenosi, Ideth Enright, Martín Kohan. Escenografía e Iluminación: Gonzalo Córdova / Facundo Estol / Marina Polonio. Vestuario: Sofía Di Nunzio / Emilia Tambutti. Prensa: Claudia Mac Auliffe. Dirección Luciano Cáceres. Teatro: El Grito.

Bibliografía
Bauzá Hugo F., 1998. “Los héroes de la cinematografía, la canción y el deporte” en El mito del héroe. Buenos Aires: Fondo de la Cultura. Pág: 163-170.

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